En un contexto donde el conocimiento es la fuente de nuevos riesgos, el reencantamiento racional del mundo se vuelve primordial. Si el motor que impulsa el dominio de la naturaleza es la búsqueda incesante de la auto-preservación, la razón objetiva está llamada a romper con el yugo que le ha impuesto la razón utilitaria y subjetiva. El camino a una segunda Ilustración se encuentra en la política y en un orden moral que reoriente los valores de la sociedad.
El objetivo de este texto es, a partir de las ideas de dominación y riesgo, abogar por una nueva visión del mundo en donde la racionalidad objetiva sea rescatada y se logre un reencantamiento del mundo para enfrentar los riesgos ambientales. Asimismo, se considera que en este proceso será fundamental el papel de las mujeres y el comando de las ciudades. Por tanto, en el ensayo se retomará la idea de razón producto de la Ilustración, las corrientes de la ecología política que han abordado estos temas, en particular la ecología profunda y el ecofeminismo, así como el vínculo de ésta última con la sociedad de riesgo.
Dominio y razón: la Ilustración
La luz ilustrada abrió un camino hacia la libertad de los hombres. Prometió quitar las cadenas que ataban la sociedad a la opresión. Para lograrlo se basó en un pensamiento donde la naturaleza debía de ser dominada para obtener el progreso y el bienestar de los hombres. La vista y la razón subjetiva guiaron este proceso y la naturaleza se convirtió en el medio para el desarrollo de los seres humanos.
El pensamiento crítico, derivado de los principios de la Ilustración, permeó en buena medida en el debate del dominio de los hombres sobre los hombres. La teoría social de Marx es un claro ejemplo de la búsqueda de una alternativa a la opresión. Sin embargo, a varios años de distancia es posible decir que los resultados no han sido alentadores. El ser humano sigue oprimiendo a sus congéneres y al hacerlo ejerce un domino aniquilador sobre el medio ambiente.
La revuelta de la naturaleza se convierte en profecía auto-cumplida, esta vez acompañada de factores externos. Pareciera que la razón nos ha traicionado y que es necesario desecharla para reconciliarnos con la naturaleza. No obstante, han emergido nuevas corrientes que pretenden cuestionar las premisas fundamentales del paradigma social de dominación y al hacerlo dibujan un panorama esperanzador. Tal parece que la razón todavía tiene mucho que aportar.
Ecología profunda: la búsqueda del paradigma renovador
De la profundidad se nos advierte que la conciencia es conocimiento y también razón. Sin embargo, no toda la conciencia es profunda, ni toda conciencia pretende volver a una concepción ecocéntrica del mundo. Es por eso que la ecología profunda es una invitación a ir más allá de las reformas inmediatas para combatir, por ejemplo, la contaminación del aire y el agua. Es decir, ir más allá de la superficialidad de los problemas ambientales y atacar las causas y no las consecuencias de la degradación ambiental.
Entrar a la raíz implica un cambio del paradigma social de dominación. Es buscar un igualitarismo biosférico en donde podamos coexistir y cooperar en un mundo complejo. El problema en este caso somos los seres humanos y nuestra incapacidad para trascender el yo. Es también un recordatorio de que la sociedad humana ha vivido bajo un paradigma ecocéntrico mucho más de lo que nuestra memoria colectiva es capaz de recordar.
A pesar de que se han desaprovechado algunas oportunidades para retomar el pensamiento ecocéntrico, no todo está perdido. Aún estamos a tiempo de volver a los textos de Spinoza y santificar al mundo mediante la identificación de Dios con la naturaleza. Somos uno con la naturaleza, aunque seamos muchos como especie. Puede que la capacidad de alojar a la especie humana esté llegando a su límite, pero afortunadamente el abandono de la tradición nos permite elegir y cuestionar la idea de familia. El crecimiento de la población se puede revertir, y para lograrlo, las mujeres alzarán cada vez más su voz.
Ecofenimsmo y opresión: por el fin de la sociedad patriarcal
El pensamiento feminista ha situado a la sociedad patriarcal como la causa de los problemas ambientales y de las relaciones de opresión entre los hombres. Aquello que no fue contemplado del todo por la ecología profunda, las formas de opresión que el hombre ejerce sobre los débiles y desprotegidos, es abordado de manera muy particular y reflejado en una postura que se presenta en contra de la dominación de la sociedad machista. En especial el debate acerca de los problemas de sobrepoblación, que tanto la ecología profunda como el ecofeminismo trata con sumo interés, arroja una postura según la cual es primordial el empoderamiento sexual del género femenino como un mecanismo que revierta el crecimiento poblacional. También, es fundamental el cuestionamiento de la idea de maternidad y la posibilidad de concebir un modo de vida para las mujeres que no esté vinculado a la procreación.
Asimismo, hay quien considera que el ecofeminismo es el único combate totalitario capaz de derribar el sistema de dominación y abolir todas las formas de opresión presentes en la sociedad. Según este punto de vista, no es cuestión ni de modificar el sistema de producción y abogar por el desaparecimiento del capitalismo, ni saberse parte de un todo de interrelaciones complejas y metafísicas, sino de lo que se trata es el derrocamiento de la falocracia.
No obstante, existen divergencias dentro del ecofeminismo acerca de la conexión entre la mujer y la naturaleza, y las consecuencias de ésta distinción en el papel que tendrán las mujeres en la transformación de la estructura de poder. Por un lado se encuentran quienes sostienen que las mujeres poseen una sensibilidad superior para percibir la naturaleza, y por otro, quienes argumentan un potencial liberador del género femenino. En el primer caso, se podría llegar a estigmatizar el rol y la jerarquía de las mujeres y no eliminar por completo el sistema de dominación; mientras que en el segundo caso, las mujeres se convertirían en la única esperanza de salvación de la naturaleza y del planeta.
Por último, es posible reconocer que existe una falsa dicotomía entre la visión antropocentrista y naturalista del mundo, y que un feminismo ecológico es capaz de mediación y reconciliación para lograr un reencantamiento del medio ambiente. Si las mujeres son el lado menos racional de la humanidad en un mundo extremadamente racional, pueden ser tan racionales como los hombres y transformar la misma idea de razón. Razón que tiene el potencial y la responsabilidad de situarse en la base de la segunda Ilustración.
Sociedad de riesgo: la ruta a la segunda Ilustración
De acuerdo con Giddens y Beck, se ha terminado la naturaleza y la tradición, y ha aparecido una nueva sociedad en donde el mayor riesgo está dado por nuestro conocimiento. La preocupación es ahora lo que le hemos hecho a la naturaleza y la posibilidad de elegir nuestros propios destinos. El experimento llamado humanidad sigue su curso, pero no hay nadie que verifique los resultados ni proponga el camino a seguir. La ciencia ha dejado de ser un oráculo, mientras que la política está llamada a asumir un papel central en el manejo de las sorpresas que nos esperan.
La modernidad se ha vuelto reflexiva y el riesgo manufacturado, es producto de nuestro esfuerzo científico y político de controlar el futuro. La crisis ambiental nos ha situado en un contexto en donde ya no es posible predecir los riesgos y en donde las ideas decimonónicas están llegando a su límite. Explota el peligro de lo social y el reconocimiento de los riesgos manufacturados ha echado a andar una dinámica de cambio político y cultural que está socavando a las burocracias y el predominio de la ciencia.
La politización de espacios privados se vuelve evidente frente a la necesidad de profundizar sobre las externalidades de la industria y del desarrollo. Politización que conlleva un debate, tanto de la pertinencia de los avances científicos y de los riesgos que no logra disipar, como del papel del Estado en ésta transformación. Éste último tendrá que evolucionar para lidiar con los riesgos y para favorecer el compromiso político necesario que haga florecer y equilibrar los debates.
Las mujeres y las ciudades: condiciones necesarias para la segunda Ilustración
Si la razón subjetiva ha limitado los alcances de la ilustración, el reencantamiento racional del mundo pasa por rescatar a la razón objetiva y erigirla como pilar de la acción del Estado y de las políticas públicas; de la ciencia y su aplicación tecnológica; y de los movimientos sociales y sus luchas por la democratización del espacio público. Para lograr esta transformación el actor clave serán las mujeres y su espacio de actuación las ciudades.
Las ciudades proveen un escenario en donde la diversidad de pensamiento es mayor, en donde el acceso a los servicios de salud y educación están más extendidos y en donde es más fácil articular movimientos ciudadanos. Lo anterior facilita el empoderamiento de las mujeres tanto de su sexualidad como de sus destinos de vida. La salud y la educación jugarán un papel fundamental al permitir, por un lado, que las mujeres tengan acceso a métodos anticonceptivos y a la posibilidad de decidir sobre sus cuerpos, y por otro lado, que tengan la libertad de elegir modos de vida que no estén vinculados a la reproducción.
Mujeres con pleno dominio sobre su propio cuerpo y sobre su propia vida podrán reorientar los valores de la sociedad, valores en donde la individualidad no implique negar al otro sino considerarlo parte de la gran familia humana. Ciudades en donde habrá cada vez más mujeres sin hijos, pero en donde se reforzarán los lazos de fraternidad. Una sociedad, que comandada por las mujeres y los hombres en condiciones de igualdad, logrará en las ciudades revertir el crecimiento poblacional y tomar conciencia de los riesgos y los retos que se avecinan.
El empoderamiento de las mujeres dentro de las ciudades reencantará racionalmente al mundo y rescatará a la razón objetiva de su prolongado letargo. Ciudades solidarias, compactas, accesibles, con espacios públicos de calidad, y en donde la sociedad sea consciente de los riesgos y de los debates sobre las políticas y la ciencia, a eso debe aspirar la moderna relación medio ambiente sociedad.